Cerré los ojos, respiré profundo y confiando la dejé caer.
Era la última hoja.
En mí no quedaba nada,
tan solo un esqueleto de ramas desnudas
preguntándose: Y ahora qué?
Si algunas vidas forman un circulo perfecto otras van
evolucionando en formas que no podemos predecir, ni siempre comprender. Las
pérdidas y los cambios forman parte del
maravilloso viaje de la vida … nos enseñan lo que es más preciado y nos
recuerdan que todo cambia todo el tiempo, el invierno se convierte en
primavera, la más oscura noche en precioso día, la oruga en mariposa, los
árboles pierden las hojas para hacer sitio a las nuevas hojas que están por
venir… sube y baja la marea, los vientos moldean las montañas y lo único que
nunca cambia es que todo cambia. ¿Cómo iba a ser diferente para nosotros? El
cambio es vida.
El primer cambio más significativo para nosotros fue
probablemente el momento del nacimiento, si éste fue traumático, asociamos el
cambio a dolor, pérdida, separación. Resistirnos al cambio es ir contra la
vida, es ir contra nuestra naturaleza.
Si sé que todo cambia y no me aferro y no me resisto a
lo que es, no pretendo que sea de otra manera, agradezco cada momento de mi
vida, agradezco lo que hay hoy, agradezco cada encuentro como el regalo del
cielo que es y no me quedo en situaciones que ya no me inspiran y no tengo
miedo de entrar porque sé que puedo salir, sin drama y sin dolor. Si no tuviera
miedo al cambio sería todo más ligero, más fácil, más liviano. Si no tuviéramos
miedo al cambio no lo pensaríamos tanto y lo disfrutaríamos más.
El cambio es impulso de vida
Al cambio doy
la bienvenida, me acepto como parte de la naturaleza cambiante y vibrante que
me rodea y suelto mi resistencia a fluir. Igual que los árboles no sienten pena
por las hojas que dejan caer porque saben que es necesario para las nuevas
hojas, flores, frutos que están por venir, navego feliz por el río de la vida
con la confianza que todo está en perfecto orden.
Si me das la mano, Tatiana Rodríguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario