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domingo, 18 de octubre de 2015

MODELÁNDOME


Hace rato que vengo observando mi cuerpo. Me maravilla cómo se está transformando, cómo va adquiriendo la redondez de un templo donde cabe la vida, convirtiéndome así, en una diosa de la fecundidad.
Desnuda, delante del espejo, observo mi vientre admirando maravillada toda la magia que está ocurriendo dentro; la enorme placidez de mis pechos, ahora inmensos, que no puedo dejar de asociar a tus manos que me hacen sentir que todos estos cambios son también una obra tuya, de tus manos, que amorosas, no paran de modelarme dándome estas nuevas formas.
Me siento como arcilla en tus manos y me encanta la forma que todo este amor le está dando a mi cuerpo, y te me ofrezco toda entera, mi amor, para que tú también te sientas preñado, para que sigas modelándome, creciéndome el vientre y los pechos, dándole amplitud a mis caderas y así, toda esta magia de nueve meses sea también tu mejor escultura.
Observo sonriente a la mujer que radiante me mira desde el espejo, plácida y serena, llena de un amor que me brota flores en los ojos, en la sonrisa y me crece alas en las yemas de los dedos.
Tengo la cara plácida de la mujer preñada, la serena lentitud de las vacas pastando en el prado, toda mamas, pechos grandes, sonrisa amplia, regazo caliente.

Toda yo más lenta y serena,
                          abierta a la Vida
                                   al hogar y las flores
                                                              al sol
                                                                     al amor.
Tatiana Rodríguez (De su libro Los dioses me hicieron mujer)

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